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HISTORIA DE GENERACIONES

En la plaza de mercado de Paloquemao en el centro de Bogotá, hace más de 37 años trabaja Concha Inés Castro, una mujer que junto con sus hermanos e hija a sacado adelante un negocio que heredo de su madre, una de las pioneras de la plaza.

Después de una mañana acogedora recorriendo los pasillos y alrededores de plaza de Paloquemao nos sentamos con Doña Concha en su negocio a platicar de su experiencia vendiendo hierbas, plantas medicinales y esencias.

En un espacio de unos 5 metros de largo por 2 de ancho con un olor agradable, en donde resalta la manzanilla y la menta, Doña Concha le vende a unas clientes una planta de hinojo para una de ellas que se encuentra en embarazo.

−     ­El hinojo se bueno para que la niña de más leche y para los que tienen problema de digestión. Les manifiesta doña Concha

Yo estoy sentada en una silla de madera alta y un poco inestable, esperando a que doña Concha termine de atender a sus clientes 

−     Bueno, yo llevo más de 37 años trabajando en este negocio, le pedí a mi mamá que me enseñara, después de que fui despedida del sindicato para el que trabajaba no pude volver a conseguir trabajo de ninguna clase.

Doña Concha trabajo por varios años para un sindicado y después de defender a una compañera que se encontraba en embarazo fue despedida, este evento marco su hoja de vida así que decidió recurrir a un trabajo independiente y familiar.

Su madre, al principio, tenía un negocio en la Plaza de la Concordia de frutas y verduras entre las que destacaban las frutas exotéricas, después fue traslada a la denominada Plaza Grande donde ahora queda San Andresito de la novena para finalmente establecerse en Paloquemao, donde tenía que pagar arriendo a Corabastos, debido a la escasez y alto valor de las frutas exotéricas la mamá de Concha Inés decidió pasar al oficio de las hierbas, unos años después el buen desempeño de la plaza de Paloquemao le permitió a los comerciantes comprar acciones del lugar y desde entonces la plaza ha crecido y permitido a sus vendedores prosperar.

Concha Inés es una trabajadora que no aparenta más de 60 años. Sin embargo, sus ojos se ven cansados, sus manos siguen trabajando fuertemente, eligiendo las mejores hierbas, organizándolas y empacándolas en periódico para después venderlas, son manos arrugadas con sus uñas un poco destruidas del trajín que le da el trabajo. Cuando su madre comenzó a enfermar decidió heredarle completamente el puesto a ella, desde aquel momento decidió compartir el negocio con un hermano a quien no le fue tan bien y se retiro al poco tiempo, entonces ella tuvo que trabajar el doble para poder pagarle a una de sus hermanas el cuidado de su madre y sacar adelante el negocio sola.

Sus días comenzaban a las tres y media de la mañana en Funza Cundinamarca para alcanzar a coger el bus de las cuatro y llegar sobre las cinco a su lugar de trabajo, a las afueras de la plaza, sobre la calle 19, doña Concha y su mamá hacían el mercado que después vendían en su puesto dentro de la plaza, pero ahora las cosas son diferentes.

−     Dos o tres veces por semana mi hija y yo vamos a la Plaza de Mercado Samper Mendoza a las ocho y media de la noche, allí escogemos los productos que necesitamos y pagamos y al otro día a las cuatro y media de la mañana llegan acá para ser desembarcados por nuestros trabajadores, que son venezolanos y llegan a trabajar desde las cuatro o cuatro y cuarto

 

−     ¿Qué ha sido lo más duro de trabajar acá? Pregunte

 

−     Competir con mis vecinos, yo vendo calidad más que cantidad e intento dar los mejores precios, pero acá se ve mucha envidia y competencia

 

−     ¿Cómo se arreglan eso problemas entre vecinos?

 

−     Pues la plaza tiene su propia directiva que ayuda al sostenimiento de la plaza y se encargan de manejar todos los problemas que tenemos

En ese momento llegó uno de sus familiares que trabaja en el puesto de al lado le entrego algunas plantas de manzanilla las ayudo a ordenar y se marchó.

Continuamos hablando mientras ella marcaba con pequeños papelitos las secciones de madera donde se encontraban las plantas con sus respectivos nombres. Me contaba con gran alegría como su mamá la apoyo y le enseño con mucho amor a desempeñarse en ese oficio hasta el último día de su vida, lo importante que ha sido para su vida trabajar con su familia y lo significativo que fue para ella que su hija se interesara en el oficio, lo aprendiera y ahora fuera quien liderara el negocio.

−     Espero que Dios le de a mi hija muchos días más de vida para que así en un futuro pueda enseñarle a sus hijos a trabajar aquí y continúen con esta herencia, de los contrato hasta aquí fue el negocio de los Castro.

Para doña Concha trabajar en este gremio le ha permitido construirse como persona, el tratar a la gente le ha enseñado a tener paciencia, carisma y humildad, de cada persona con la que trata aprende un poco, ha tenido que lidiar con distintos caracteres y eso la hace la mujer que es hoy en día, además de sentirse orgullosa porque para ella, el lugar en el que trabaja, la Plaza de Paloquemao, representa construcción política e histórica, es un patrimonio cultural no solo para los bogotanos sino para todo Colombia, es una reunión de culturas que hoy puede apreciar cualquier persona que la visite, de Colombia para el mundo.

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